La máquina de buscar a dios

Una antología
Editorial
Año de publicación
2014
Páginas
120
Encuadernación
Rústica
"Burlarse de la filosofía es la verdad del filosofar": que un matemático superdotado cifre así la clave metodológica de su pensamiento, mueve a estupor. A sus contemporáneos del siglo XVII como a nosotros. Que un cristiano estrictísimo designe los milagros como lugar de perdición ("los milagros no sirven para convertir, sino para condenar") y sentencie como sacrílegas las argumentaciones racionales de la existencia divina ("es por carecer de pruebas, por lo que [la religión de los cristianos] no carece de sentido"), tiene todas las resonancias de la herejía. Eso es Blaise Pascal: la tragedia de un pensar tan en lo extremo que hace tierra quemada del suelo mismo en el cual opera: el del geómetra prodigioso, el del hombre al cual la pureza de su fe condena aniquilarse. Cabe todo en una fórmula insostenible. Y acerada....Leer más
"Burlarse de la filosofía es la verdad del filosofar": que un matemático superdotado cifre así la clave metodológica de su pensamiento, mueve a estupor. A sus contemporáneos del siglo XVII como a nosotros. Que un cristiano estrictísimo designe los milagros como lugar de perdición ("los milagros no sirven para convertir, sino para condenar") y sentencie como sacrílegas las argumentaciones racionales de la existencia divina ("es por carecer de pruebas, por lo que [la religión de los cristianos] no carece de sentido"), tiene todas las resonancias de la herejía. Eso es Blaise Pascal: la tragedia de un pensar tan en lo extremo que hace tierra quemada del suelo mismo en el cual opera: el del geómetra prodigioso, el del hombre al cual la pureza de su fe condena aniquilarse. Cabe todo en una fórmula insostenible. Y acerada. "No hay nada tan conforme a la razón como la descalificación de la razón"."La máquina de buscar a Dios", que Pascal dice tratar de construir a la manera del autómata aritmético por él artesanado, se cierra en el rompecabezas de un imposible, a cuyas ruinas llamamos Pensamientos. Y en uno de los más intensos callejones sin salida de este pensar sin sentido que es el de la edad moderna. "Burlarse de la filosofía es la verdad del filosofar": que un matemático superdotado cifre así la clave metodológica de su pensamiento, mueve a estupor. A sus contemporáneos del siglo XVII como a nosotros. Que un cristiano estrictísimo designe los milagros como lugar de perdición ("los milagros no sirven para convertir, sino para condenar") y sentencie como sacrílegas las argumentaciones racionales de la existencia divina ("es por carecer de pruebas, por lo que [la religión de los cristianos] no carece de sentido"), tiene todas las resonancias de la herejía. Eso es Blaise Pascal: la tragedia de un pensar tan en lo extremo que hace tierra quemada del suelo mismo en el cual opera: el del geómetra prodigioso, el del hombreal cual la pureza de su fe condena aniquilarse. Cabe todo en una fórmula insostenible. Y acerada. "No hay nada tan conforme a la razón como la descalificación de la razón". "La máquina de buscar a Dios", que Pascal dice tratar de construir a la manera del autómata aritmético por él artesanado, se cierra en el rompecabezas de un imposible, a cuyas ruinas llamamos Pensamientos. Y en uno de los más intensos callejones sin salida de este pensar sin sentido que es el de la edad moderna. Leer menos
Clasificación
Todos > Filosofía > Filosofía General
Título
La máquina de buscar a dios
ISBN
9788430959235
$320.00
Blaise Pascal nació en Clemont-Ferrand (Francia) en 1623....Leer más
Blaise Pascal nació en Clemont-Ferrand (Francia) en 1623. Antes de cumplir los veinte años había hecho contribuciones decisivas a la geometría, la hidrostática, el cálculo diferencial y el estudio de la probabilidad, además de diseñar una máquina que podía hacer sumas y restas moviendo unas ruedas. En 1654 una revelación mística le impulsó a abandonar la ciencia para centrarse en el cristianismo, y entre sus preferencias estuvo el jansenismo, movimiento que perseguía un ejercicio moral estricto inspirado en San Agustín. Pascal participó en las controversias religiosas de su tiempo escribiendo las 18 «Cartas provinciales» (1656-1657) en las que tomaba partido por el jansenista Antoine Arnauld en su polémica con los jesuitas. Envalentonado por el éxito de las cartas, Pascal proyectó una defensa general de la religión cristiana. Trabajó intensamente en ella, pero la enfermedad que se manifestó en 1658 fue laminando su salud hasta que le arrebató la vida en 1662. Todos los escritos preparatorios de la gran obra que no terminó suelen agruparse y publicarse con el nombre de Pensamientos. En su testamento dispuso entregar todos sus bienes materiales a casas de caridad. Leer menos

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